¡BIENVENIDOS!

Encontré en el Liderazgo Auténtico, una forma de crecer personal, espiritual y profesionalmente, que quiero compartir con todos ustedes.
Muchísimas gracias por formar parte de esta comunidad!
Namaste

PARA RECIBIR ACTUALIZACIONES AL BLOG O COMUNICARSE CONMIGO, pueden escribirme a ingridtoppelberg@gmail.com

domingo, 27 de abril de 2008

Un dragón en mi armario

Bruno Vilches comparte con nosotros esta hermosa historia que nos lleva a reflexionar sobre cómo dialogamos con nosotros mismos...
¡Gracias Bruno!

Hoy abrí la puerta de mi armario y un dragón rojo me saludó: —“Hola”—“Buen día”, respondí cortesmente
Tomé mi campera, cerré la puerta de mi armario y salí de casa. Un largo día me esperaba.
Casi sin pensarlo, como si estuviese programado, me dirigí a la estación de subte. Posicioné cuidadosamente los auriculares en mis orejas y haciendo un esfuerzo enorme me dispuse a intentar escuchar unas canciones de The Beatles grabadas a un volumen bajísimo.
Cuando llegué a destino, me acomodé en mi lugar de trabajo. La humedad era insoportable, suerte que el aire acondicionado estaba prendido en la oficina. Habrán pasado dos horas después del almuerzo cuando finalmente volví a pensar en el dragón rojo que más temprano me había saludado desde adentro de mi armario.
¿Quién será? ¿Qué querrá? ¡¿Un dragón?! Fue ahí cuando me di cuenta que no había llegado a comprender realmente lo que había acontecido hoy a la mañana. ¿Cómo puede ser? Mi cabeza se llenaba de preguntas. La ansiedad crecía a cada minuto. 15.36. Faltaban menos de dos horas para la hora de salida. 16.04. Ya estamos más cerca. 16.28. No aguanto más, invento una excusa y me voy pensé. Los nervios me traicionaron y cuando había ideado perfectamente qué decirle a mi jefe ya estaba en la puerta de salida.
Corrí hacia la parada de colectivo y justo alcancé a subir a uno que estaba a punto de partir. La emoción me superaba.
— “¡Basta! Decime ya quién sos y qué hacés en mi armarió” grité algo furioso— “Buenas tardes” contestó el dragón muy pacientemente, algo que me enojó aún más.— “Buenas tardes” bramé pensando si no me estaba jugando una broma bastante irónica.— “Supongo que necesitás una explicación. Pues aquí va: yo soy lo que vos quieras que yo sea.”— “Me estás cargando, ¿no?” le dije con una mueca de escepticismo.— “No, al contrario. Pensá como si fuese un pedazo de arcilla. Podés moldearme como vos quieras y yo reflejaré lo que crearon tus emociones.”Empezando a comprender le pregunté — “¿Entonces es como si fueses parte mía?”— “Sí, algo así. Sé quién fuiste y quién sos. Tengo todos tus recuerdos. Conozco tu virtudes y tus miedos. Lo que estás pensando y lo que te preocupa.”
Mis piernas se aflojaron. Sentía una vergüenza extrema, como si estuviese desnudo ante una multitud. Pero no, esto era mucho peor: estaba siendo juzgado por mi propia conciencia. Comprendí que tenía miedo de verme tal cual soy. Rápidamente hice una introspección. No me tomó mucho darme cuenta que sabía qué era lo que hacía mal y aquello que quería cambiar. Parecieron eternas horas pero deben haber sido cuestión de unos pocos segundos. Luego, el dragón siguió: “Entiendo que tengas miedo, pero también tenés razón, esto es una oportunidad única.”
¡Y lo era! ¿Cuántas veces tenmos la posibilidad de hablar con uno mismo? Él era una copia mía pero increíblemente sabia. Me explicó luego que yo también poseía esa sabiduría; ese dragón era solo una manifestación de mí mismo. Charlamos horas y horas hasta que la noche se hizo negra. Le hubiese ofrecido un mate pero no me imaginaba cómo lo hubiese tomado. En algunos momentos pensé que me había vuelto loco pero luego me daba cuenta que no, conocía todo acerca de mí. Descubrí cosas que ya las conocía pero me negaba a aceptarlas. El sentimiento fue de liberación.
Conversamos del pasado durante largas horas. No podía creer que internamente había logrado perdonar a mi padre. Ahora que estaba cerca de serlo yo mismo entendí por qué lo hizo. Conversamos del presente y de mis miedos. Encontré soluciones a muchas de estas piedras que yo mismo puse en mi camino. Era algo muy raro, a medida que me daba cuenta de estas cosas sentía que todo eso ya lo sabía, no era información nueva. Fue como estar leyendo un libro en penumbras y que de pronto enciendan la luz. Las palabras se entendían igual, pero ahora se veía todo con mucha más claridad. ¡Cuántas respuestas guarda nuestra propia mente!
Conversamos del futuro también. Le confesé mis planes—claro, ya los conocía. Finalmente la charla llegó a su punto neurálgico, el tema que había estado en mi cabeza durante este último tiempo. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía actuar? El dragón me dijo que ya lo sabía. Busqué dentro mío y lo encontré
— “Entiendo, entonces lo que debo hacer es…” en ese preciso instante y como por arte de magia el dragón desapareció. Nunca llegué a completar la frase y estaba tan desilusionado que perdí mi línea de pensamiento. No podía recordar en lo que estaba pensando. Me fue imposible hacer memoria sobre la solución que finalmente había encontrado; solo me concentraba en el problema.El mundo se me vino abajo.
Desde ese entonces, intenté por todos los medios que el dragón vuelva a aparecer. ¡Cuánto más fácil es hablar con uno mismo si pensamos que le estamos hablando a otro!
¿Realmente existió el dragón? ¿Fue un invento mío, una excusa para pensar más claramente? Hasta ahora no pude volver a hacerlo pero sé que algún día el dragón rojo de mi armario volverá a aparecer.

No hay comentarios:

Free counter and web stats